Me gusta hablar de mujeres y de hombres que han logrado con su empeño allanar el camino para las generaciones que han venido detrás. Es normal, echar mano de nombres conocidos a nivel internacional, pero hoy nos quedamos cerquita.
En 2019, como cada año que se realiza una encuesta, el resultado que arroja es el mismo: hay más mujeres cursando una carrera universitaria que hombres, lo vemos como algo natural ¿pero quién fue la primera mujer española que se coló en un terreno donde no se esperaba la presencia de las féminas? Concepción Arenal.
Los cánticos de las manifestaciones de ahora ya sonaban en 1895
Concepción Arenal pensaba que era una profunda y nefasta equivocación del hombre la de mantener el principio de que la mujer perfecta «no piensa más que en su casa, en su marido y en sus hijos»
No ha pasado tanto tiempo desde que ‘eso’ era lo normal y cortaba las alas de muchas mujeres que tenían inquietudes intelectuales y no podían demostrarlos y lo más triste, ni mostrarlo al mundo.
Concepción Arenal no se resignó y esta escritora y activista social española nacida en El Ferrol, 1820 sorteó las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad y estudió en Madrid derecho, sociología, historia, filosofía e idiomas (teniendo incluso que acudir a clase disfrazada de hombre).
Una vida de película o una película de su vida
Tras el fallecimiento de su abuela paterna y de su propia madre, Concepción se hizo con la herencia de la familia, estuvo en disposición, al menos económica, de realizar su sueño.
Y vestida como un hombre, se coló en las aulas de derecho de la universidad. A pesar de que no pudo conseguir ningún título, algo totalmente inaceptable en aquellos tiempos, sí que pudo aprovechar al máximo su presencia en la universidad.
Conoció a Fernando García Carrasco, en las clases de derecho, no sólo se convirtió en su marido en 1848 sino que fue un fiel compañero que apoyó sus ideas progresistas y sus anhelos de romper más de una barrera social.
Enriquecimiento intelectual y activismo en la vida de Concepción Arenal
En 1857 Concepción Arenal quedó viuda y con dos hijos, marchó a vivir a Potes donde conocería a un músico y compositor llamado Jesús Monasterio quien con el tiempo se convertiría en su nuevo compañero. Otro gesto que la diferenciaba del comportamiento recatado de la época.
Fue Jesús quien despertó en Concepción su interés por la ayuda activa a los demás. Él había fundado en Potes las Conferencias de San Vicente de Paúl y animó a Concepción a organizar su rama femenina. La Beneficiencia, la Filantropía y la Caridad, escrita en 1860 es su fruto teórico que recibirá el premio de la Academia de Ciencias Morales y Políticas quien en un primer momento creyó haber dado el galardón a un hombre, pues Concepción había firmado con el nombre de su hijo de diez años.
Descubierta la mentira, la academia tuvo que rendirse a la evidencia de la calidad del texto de Concepción. Aunque fuera una mujer quien lo hubiera escrito.
A partir de entonces, Concepción Arenal siguió escribiendo textos relacionados con la necesaria ayuda a los más desvalidos y trabajando en mejorar su situación. El 4 de abril de 1864 Concepción fue nombrada Visitadora de Prisiones de Mujeres y más adelante, en el 68 Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres.
Además de escribir ensayos explicando las terribles situaciones de estas mujeres, en 1870 creó La Voz de la Caridad, un periódico que se publicó durante más de una década y que se convirtió en el testimonio de aquellas realidades.
También en la recién creada Cruz Roja en España tuvo Concepción un papel destacado ayudando en los hospitales de campaña organizados durante las guerras carlistas.
Concepción defendió siempre el derecho de la mujer a la educación como principal escollo para superar las diferencias marcadas en la sociedad entre el hombre, superior siempre, y la mujer.
Aportó su grano de arena y me apetecía rendir homenaje a esta mujer que luchó ayudando a los demás, para que todos a día de hoy viviéramos un poco mejor. Las desigualdades y las injusticias perduran, pero hay hombres y mujeres dispuestos a seguir su huella.